Mario De León: Historias sin Palabras

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Cuando conoces a Mario De León, normalmente lo encuentras en una escalera, con pintura en las manos y una imagen ya formándose en su mente. Creció en el Este del Condado de Multnomah y pasa mucho tiempo en Rockwood, donde crecio de niño y ahora trabaja como artista, llenando los negocios y espacios comunitarios con color, memoria y orgullo.

“Yo hago esto porque lo amo. Amo pintar historias mexicanas y chicanas. Estamos contando una historia sin palabras.”

La conexión de Mario con EPHC comenzó en un momento de necesidad. Cuando su familia se vio obligada a mudarse repentinamente, los gastos se acumularon rápidamente. A través de nuestro Programa de Asistencia de Renta de Emergencia, pudimos intervenir y ayudar a cubrir los gastos esenciales, dándole a Mario la estabilidad y el respiro necesarios para enfocarse en sus hijos y reconstruir su vida.

“Me dio tiempo para organizar mi hogar. Inscribir a mis hijos en una nueva escuela, cambiar nuestra dirección y estabilizarnos para poder regresar.”

De vuelta en el Este del Condado, Mario retomó su trabajo con mayor firmeza. Aprendió a dibujar de su hermano mayor – quien a su vez aprendió de un primo – de generación en generación. Para Mario, el arte es la forma de sostenerse: a los abuelos que lo criaron y a los campos en los que trabajó su familia. Por eso evita poner palabras en sus murales.

“Nuestros antepasados contaban historias con imágenes: los aztecas, los mayas. Las grandes pinturas de Europa tampoco tienen palabras. La imagen es la historia. Eso es orgullo. Eso es cultura.”

Pintando Memoria en Dos Hermanos Café

Hoy, Mario está transformando las paredes del Cafe de Dos Hermanos, un negocio familiar donde los vecinos se reúnen a compartir un cafecito, pan dulce y conversación. El mural que está creando no es solo decoración para un café, sino también una historia viva de cultura y comunidad.

La obra combina imágenes antiguas y modernas: Quetzalcóatl, el rostro del sol, flores y textiles, motivos de Yucatán, y a través de todo ello, la reverencia silenciosa hacia la familia. Dentro del diseño se tejen escenas de la vida cotidiana: huertos de manzanas y hileras de col, manos alcanzando fruta, zarzamoras y frambuesas colgando pesadas, ecos del trabajo agrícola que marcó a tantas familias inmigrantes en Oregon.

No es arte mexicano comercial hecho para una marca. Es un recordatorio público de dónde venimos y a quién honramos.

Llevando el Trabajo Hacia Adelante

Como muchos artistas y pequeños empresarios, Mario suele contestar llamadas en su escalera, revisar facturas entre capas de pintura y dirigir proyectos juveniles mientras organiza el siguiente mural. Sigue adelante porque cree que estas imágenes hacen más que embellecer una cuadra: mantienen viva la memoria y dejan a la próxima generación un mapa de quiénes somos.

En EPHC, nos enorgullece que nuestro trabajo ayude a artistas como Mario no solo a estabilizarse en tiempos difíciles, sino también a crecer y retribuir a la comunidad. Nuestra colaboración con él no termina en los murales: muy pronto ofreceremos clases de pintura con Mario en beneficio de nuestros servicios comunitarios. Gracias, Mario, por creer en nuestra misión e invertir nuevamente en ella, para que juntos podamos seguir ayudando a más personas a volver a hacer lo que aman y en lo que son buenos.

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