El Segundo Hogar de Graciela

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Durante más de 17 años, Graciela ha cruzado las puertas de El Programa Hispano Católico (EPHC). Cuando habla de este lugar, sus ojos se llenan de emoción:

“Es como mi segunda casa.”

Su historia nos recuerda por qué el cuidado comunitario importa y cómo nuestra generosidad colectiva sostiene la esperanza en momentos de crisis.

Una Puerta Que Abrió Muchas Más

Cuando Graciela escuchó por primera vez sobre El Programa Hispano Católico (EPHC) por medio de una vecina en Portland, hace más de 15 años, simplemente buscaba a alguien que pudiera ayudarla a entender su correo. Pero lo que encontró fue mucho más: un lugar donde se sintió vista, bienvenida y acompañada.
En los primeros años en Estados Unidos, EPHC ayudó a que no faltara la luz ni la comida. Cuando el trabajo escaseaba y entre varias personas que compartían la renta trataban de pagarla, la asistencia de emergencia y despensas de comida cerraron brechas.

“Siempre que hubo apuros—renta, electricidad, el lonche—EPHC nos apoyó. Estoy agradecida con el equipo y con las personas donantes que lo hacen posible.”

Con el paso de los años, Graciela no solo se convirtió en participante, sino también en un pilar de lo que hoy es nuestro Programa de Personas Mayores Latines dentro de los servicios de Bienestar Comunitario: un espacio culturalmente arraigado que ofrece comidas semanales, conexión social, talleres de bienestar y apoyo para navegar recursos. Rápidamente se convirtió en uno de los lugares donde se sentía más segura.

Primero comenzó como voluntaria en la cocina, usando su experiencia en el manejo de alimentos para preparar y servir comidas. Pero la nutrición más profunda surgía de la manera en que el personal y las y los participantes se cuidaban mutuamente. El programa ofrecía lo que Graciela llama “acompañamiento del corazón”: apoyo con dignidad, compasión y alegría.

Los talleres sobre autoestima, duelo, relaciones saludables, envejecimiento con dignidad y cómo acceder a recursos comunitarios le ayudaron a fortalecer su confianza.

“Aprendí a valorarme”, dijo. “No valgo más que nadie, pero tampoco valgo menos.”

Sus momentos más preciados nacen de las reuniones semanales, donde las comidas calientes se convierten en una puerta hacia la amistad. Nuestro espacio ofrece:

· Almuerzos culturalmente familiares
· Talleres enfocados en la sanación
· Actividades de artes creativas
· Apoyo entre pares
· Educación sobre bienestar
· Excursiones y salidas comunitarias
· Navegación de recursos
· Oportunidades de voluntariado

Para Graciela, estos servicios eran mucho más que programas: eran salvavidas que le ayudaron a reconstruir comunidad e identidad lejos de su hogar.

Las clases de arte se convirtieron en otro ancla. Pintar con amigas, exhibir en la biblioteca pública… allí se sintió artista y encontró una calma que podía llevar a casa.

“Me ayuda a relajarme y sentir paz”

El programa se volvió un lugar de pertenencia y alegría: almuerzos animados, narración de historias, excursiones a parques y granjas locales y amistades que abarcan Perú, Colombia, Cuba, El Salvador, México y más.

“Para mí, [el programa para personas mayores] es como un jardín de diferentes flores”, dice Graciela. “Diferentes culturas, mismos corazones.”

La Realidad Actual

Hoy, muchas personas en nuestra comunidad viven con miedo e incertidumbre. Graciela describe vecinas y vecinos que temen salir de casa, que cancelan citas médicas y evitan ir al supermercado. Ese aislamiento crea desafíos crecientes: días de trabajo perdidos, renta y servicios sin pagar, y un aumento del hambre, especialmente con la llegada del invierno.

“Este es un momento crítico para la generosidad”, dice. “Les pido a quienes puedan que se toquen el corazón y ayuden para que las familias puedan pagar la renta, comprar comida y mantener la calefacción.”

Un Sueño Para El Mañana

Cuando se le pregunta sobre su visión para EPHC, el deseo de Graciela es sencillo: ampliar los grupos de personas mayores para que más personas de otros condados puedan reunirse más cerca de sus hogares; y algún día, crear un espacio de jardín donde las personas mayores puedan sembrar y cosechar juntas.

“Trabajar la tierra da paz y alegría… tomates para la sopa, chiles para la salsa… y la felicidad de cosechar lo que sembramos.”

EPHC trabaja hacia una visión a largo plazo de un hogar permanente y la capacidad de llevar los programas a donde más se necesitan. Con el apoyo de la comunidad, sueños como el de Graciela pasan de ser deseos a convertirse en planes de trabajo.

Gracielas newspaper clipping

Un pequeño vistazo de los servicios y colaboraciones comunitarias que dieron la bienvenida a Graciela y a miles de familias.

Desde Nuestros Archivos: Un Comienzo Lleno De Orgullo (2008)

Graciela conserva una copia del periódico El Centinela del 2008 y nos la mostró con orgullo. Estuvo presente en la inauguración del primer edificio de EPHC en Gresham, donde el Arzobispo John Vlazny bendijo el nuevo espacio. En la foto, se puede ver a Graciela recibiendo un certificado junto a miembros de la comunidad y voluntarios: un hito temprano que anticipaba la profunda participación que tendría durante los años siguientes.

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